martes, 19 de noviembre de 2013

De enanos, ingenieros y directores de cine


De enanos y directores de cine

Muchos años antes de que Peter Dinklage ganara un globo de oro por su papel de Tyrion Lannister los actores enanos de Holywood tenían otro héroe, nada menos que el señor George Lucas.

Desde siempre el mundo del espectáculo ha sido un medio de vida para los enanos. Ridiculizados durante siglos y siendo la vergüenza de sus padres solo por su baja estatura el circo y el teatro eran una de sus pocas salidas, dar el salto al cine fue un paso natural. Siendo seres pequeños que no llegan a las alturas dominadas por los normales, verse de tamaño gigantesco en una pantalla debió causarles honda impresión. La comunidad de actores enanos de Hollywood pronto fue numerosa, pero como era inevitable, estaban  encasillados en papeles cómicos o de carácter en películas de terror. Contadas veces se han visto en papeles dramáticos o como protagonistas, el destino de cualquier actor con un físico que se salga de la norma.

Antes de Tyrion los enanos de Holywood tuvieron tres momentos estelares en la historia del cine. El primero en la película “Freaks” de Tod Browning, de 1932. Donde no solo tenían papeles dramáticos sino también protagonistas. La película genero gran polémica en su día, pues además de por auténticos enanos estaba interpretado por actores con las discapacidades (entonces taras) reales que representaban sin trampa ni cartón. El enano era enano, el tipo sin piernas ni brazos no tenía piernas ni brazos, etc. (con detalle aquí) Cuentan las crónicas que tuvo que rodarse casi en secreto para evitar las acusaciones de aprovecharse del morbo al usar pobres enfermos con fines comerciales, enfrentándose tanto a la censura (fue de las primeras películas que insinuaba una relación sexual entre un tarado y una normal, horror de horrores) como al naciente estado social en su versión yanqui (New Deal) Después de siglos riéndose de ellos en circos llegaba el momento en que eso ya no podía ser permitido. Debían ser atendidos, curados y normalizados, pues la ciencia estaba para hacer la sociedad feliz, como Punset suele recordarnos. Entonces, los años 30, el método de moda era la eugenesia, supongo que mejor que usarlos con sucios fines comerciales era esterilizarlos por el bien de la sociedad o para que sus genes defectuosos no causaran gastos al Estado en el futuro. Pienso que quizá lo que incomodaba de la película era ver como la “gente que no merece vivir así” ejecutaban su venganza final sin piedad y con navajas, adelantándose muchas décadas a “Acción Mutante

El segundo momento, mucho más amable, fue “El Mago de Oz”, donde aparecía un pueblo entero compuesto por enanos en tecnicolor. A ojos de hoy para muchos resulta una peli vetusta y moñas, pero el impacto en su generación de críos fue comparable al de Star Wars. Después de aquello paso mucho tiempo hasta que los enanos de Holywood tuvieron su siguiente momento estelar, y tanto, pues fue este:



Sin embargo el personaje de R2 siempre dio problemas. En el guion podía quedar muy bien, pero como ponerlo en escena con la tecnología de los años 70 era harina de otro costal. Las cámaras eran enormes, la maquina computarizada que usaron para rotarlas alrededor de las maquetas de naves era como una mesa, y por entonces los efectos por ordenador eran líneas y puntos en laboratorios de ingeniería (de hecho se ven en la película, los planos de la Estrella de la Muerte y el sistema de puntería del caza de Darth Vader eran lo máximo en FX digitales de la época). La dificultad número uno era la aparentemente más simple: como mover el dichoso robotito. Hacer maniobrar a R2-D2 se convirtió en un dolor de cabeza para el equipo de producción: cómo hacerlo girar esquinas sin arrancarle piezas, como frenarlo para que no se chocase por las paredes, ¡cómo hacer que subiera escaleras! De ahí viene la leyenda negra, fomentada por los damnificados, de que Lucas estaba más preocupado de sus maquinitas que de los actores. ¿Pero, qué se podía esperar? Estaba haciendo una película de nostalgia sobre los seriales del espacio que veía de pequeño, el gancho de venta era que llevaba la puesta en escena a otro nivel. No podía quedarse en monigotes, naves tiradas con cordeles y motores hechos con bengalas. Aparte que renovar técnicas que llevaban usándose desde que el cine era cine, tuvo que solucionar muchos problemas nuevos. Basta ver la cinta, incluso retocada, para darse cuenta de las dificultades, casi siempre la escena se corta o la cámara mira para otro lado cada vez que R2 tiene que pasar una escalera o un pequeño escaloncito. Sin embargo hay un instante en que sale subiendo trabajosamente un desnivel…, solo para hacerte pensar “¡Anda ya!” Como usuario de silla de ruedas eléctrica sé positivamente que es IMPOSIBLE que un robot como ese pudiera recorrer el desierto y aún menos un bosque lleno de troncos caídos, raíces traicioneras y socavones ocultos, por no hablar de las arenas movedizas. Por eso cuando lo cogen los Jawas casualmente va por un sitio bien llanito y despejado de piedras.

La solución venia en el guion, se supone que es un androide astro-mecánico, especializado en el mantenimiento y manejo de naves espaciales, lo que se hace obvio al final de la película. Está hecho para andar por escenarios artificiales, como el interior de la Estrella de la Muerte. Sin embargo todo lo que pasa antes está muy cogido por los pelos. Así que la solución fue recurrir al viejo truco, usado desde la época de los autómatas embaucadores del sigo XVIII, de meter un enano dentro que lo guiase por el buen camino. Fue el actor Kenny Baker quien dio vida y carácter a R2, y cuentan las crónicas que es mucho más simpático que el actor que hizo de C3-PO. ¿Esperable, no? Sin embargo en los momentos que no convenía emplear al actor, mover al bicho siguió siendo un problema. Pese a todo el equipo de rodaje lo logró y ya para las secuelas R2 andaba por el plato como un actor más.

Pero aparte de Kenny Baker la razón por la que George Lucas es un héroe para los enanos de Hollywood fue porque les dio trabajo a todos, algo que no se veía desde “El Mago de Oz” En una época donde se sufrían los últimos estragos de la crisis del petróleo y ya no estaba de moda usar enanos en las películas fue un hito importante. Algunos fueron Jawas y todo el pueblo de los Ewoks eran enanos disfrazados de ositos... Muchas mofas se han hecho a su costa, durante años la peor película de la saga fue “El Retorno…” entre otras cosas por su presencia. Pocos “finales” de series de éxito han sido del gusto de los fans, pero no olvidemos que los lindos Ewoks se querían comer a Han Solo.

Pero la relación entre Lucas y los enanos de Hollywood no se quedó en la saga galáctica. Cuentan las crónicas que después del desastre del pato Howard (sic) se planteó llevar al cine la obra de Tolkien, sin embargo pronto se dio cuenta que las dificultades técnicas de llevar adelante una obra de tal envergadura eran muchas y ante las dificultades por conseguir los derechos optó por la opción más sensata, demostrando que como productor a veces tenia mejores ideas que como director: crear su propia historia a partir de una vieja idea suya de inicios de los 70. Fue el comienzo de “Willow” Donde volvía haber un pueblo completo de enanos, y con Warwick Davis (Wicket en “El Retorno…”), en el papel principal. A pesar de ser un hito técnico, al mostrar en pantalla el primer “personaje” hecho íntegramente por ordenador (el caldero aquel del final de la película), la película no obtuvo el gran éxito esperado y no hubo secuelas.

Desde entonces la relación entre Lucas y los enanos de Hollywood fue estrecha, y el hoy ex malvado empresario recibió premios y homenajes (no encuentro link pero lo leí en algún lado). Siendo una de sus pocas acciones que se pueden considerar “luminosa” sin discusión. Pese a todo los actores enanos no dejaban de estar encasillados en películas de fantasía o ciencia ficción, entonces aun consideradas un generó menor. Para dar el salto a papeles “serios” tuvieron que esperar a Peter Linkdale, aunque su consagración popular final no deja de ser una ironía... Sin embargo el paso de las décadas y la ganada respetabilidad no les ha permitido encontrar más trabajo en el mundo del espectáculo. Primero los FX digitales permiten coger a un actor normal, reducirlo de tamaño y clonarlo hasta llenar toda una ciudad de enanos si se quiere. Algo que tienen sentido adaptando a Tolkien, pues los describió así, pero no tanto al adaptar en plan moderno y oscurito Blanca Nieves... Nunca volverá a haber un “Mago de Oz” o una aldea de “Willow”, y parece que últimamente es como de mal gusto emplear enanos en el circo o el humor, supongo que son los efectos secundarios de alcanzar la respetabilidad.




     
De ingenieros y solución de problemas

La historia fue diferente para George Lucas… Aunque parezca increíble todas las soluciones para manejar eficientemente a R2-D2 en plató se olvidaron en el plazo de 20 años. Quizá por la manía de los magos de no confiar sus secretos, quizá por confiar demasiado en los FX digitales tras el éxito de “Parque Jurásico” La cosa que los problemas de ingeniería que tenía R2 eran incluso peores durante el rodaje de “La Amenaza Fantasma” Se volvió a recurrir a Kenny Baker, pero la edad no perdona y ya no estaba para pasarse horas dentro de una olla rodando en el desierto del Sahara. Por la red andan las tomas falsas con todos los tortazos que se dio el dichoso carricoche. Los mandos a distancia no funcionaban, las ruedas se atascaban, tropezaba en las esquinas, no había forma de que diera la réplica. El equipo de producción pasó días y semanas estrujándose el coco intentando averiguar cómo hacerlo funcionar. Era un desastre, y no venía solo: tampoco sabían manejar el muñeco de Yoda, y por más que invocaban la Fuerza no se les aparecía el fantasma de Jim Henson para indicarles como hacerlo. Si lo recordáis antes del último retoque, el resultado fue obvio.

Si yo hubiera estado en el equipo de rodaje les habría dado la solución el primer día con un solo vistazo. ¿Sabéis cuál fue la solución después de semanas de pensar y perder valioso tiempo de rodaje, cuando ya estaban desesperados y casi de casualidad? Usar los motores y el mecanismo de una silla de ruedas eléctrica. Juas. Si hubiera estado allí habría visto el tema. “¿Qué hacemos, tío?” …y hubiera hecho un trompo de 360º haciendo evidente la cosa de la forma mas cinematográfica. “Hostia, claro” Fin del problema.

La conducción de las sillas de ruedas eléctricas es como la de los tanques y excavadoras sobre orugas. Para girar se frenan las ruedas de un lado y se aceleran las del otro. Los tanques más modernos llevan volante, para facilitar la conducción, pero los antiguos se manejaban con dos palancas, una para cada tren de ruedas. Si recordáis la persecución del tanque en “Indiana Jones y la Última Cruzada”, cuando al piloto recibe un tiro y cae fulminado sobre una de las palancas el vehículo -un viejo cuatro latas de la 1ª Guerra Mundial-, gira en redondo de golpe. Con un poco de pericia es la forma perfecta para manejar a R2, pues permite un control bastante preciso y gran maniobrabilidad en espacios pequeños o tortuosos, como un decorado atestado de cámaras, focos y cables por el suelo. Lo raro es que no se les hubiera ocurrido antes.

Sin embargo como en el caso de los enanos, esa solución de ingeniería llegó tarde. Gracias a los FX digitales Lucas pudo darse el desquite, demostrando como R2-D2 podía superar escalones y que efectivamente era un robot capaz de flotar en el espacio haciéndolo volar en pantalla. “¿Y por qué nunca lo vimos antes?” Porque antes los FX digitales consistían en puntos y rayas, gracias George por romper la inmersión. Luego en el Ep. 2 se lo veía subir una escalera, también de forma digital y sin Kenny Baker dentro, mientras un ejército de animadores sustituía a Frank Oz y su marioneta de Yoda. No es ninguna tragedia: hoy cualquier persona podría interpretar a un enano gracias a un disfraz digital, pero un enano también podría interpretar cualquier papel con un disfraz digital. En unos años pocos actores podrán, si se quiere, dejar de ser encasillados por su físico.
   
Decir que todo se hubiera solucionado si yo hubiera estado allí no es un ataque de pedantería imaginaria. Quien dice yo, dice cualquier otro piloto de silla eléctrica. El punto es que a todo un avezado equipo de producción, los ingenieros del cine, no se le ocurriera una idea tan obvia en apariencia. Tipos en sillas eléctrica ya se veían por la calle o la consulta de medico todos los días. La respuesta es sencilla: lo más probable es que ninguno de ellos conociera directamente o tuviera experiencia con una persona que utilizase una silla de ruedas así. Ni familiar, ni amigo, ni pareja. No le encuentro otra explicación.


Una consecuencia de vivir en familia o centrarse en el trabajo es que se acaba viviendo en una especie de burbuja. Se habla del “niño burbuja” para referirse a esos pobres chicos que no pueden salir de su casa no vayan a coger una infección. Pero lo cierto es que la mayor parte de la población occidental vive en una burbuja de aislamiento mental. Pese a Internet nuestro círculo social real se reduce a unas pocas personas y todo lo que nos cuentan o nos enseñan, como siempre ha sido y será. Es fácil pensar que los enanos “no se merecen vivir así” cuando no se conoce personalmente a ninguno, y todo lo que sabes te llega de oídas. Siendo solo un ejemplo de un fenómeno que irónicamente alimentan las redes sociales, cada vez seguimos menos los grandes medios de masas, que consideramos sectarios y manipuladores, pero más los links que comparten nuestros “amigos” en redes sociales. Nuestra propia pequeña secta, pues la mayoría son de nuestro rollo y no del rollo de “los otros”. Al final recibimos la mayor parte de la información a través del tamiz de nuestro rollo, y eso no puede sino limitar nuestra forma de ver el mundo. Las pruebas de ello son el auge de todo tipo de frikismos desde que existe Internet, y el enconamiento y polarización de las posturas en los debates públicos. Cosa que ya se palpaba mucho antes de la crisis.


Es algo que además se agrava con la edad, cuando todo tipo de responsabilidades se nos comen el tiempo y nos aíslan en nuestro pequeño mundo, convirtiéndonos en seres con una acusada deformación profesional, en lugar de la persona de mente abierta que deberíamos ser para podernos manejar en este complejo mundo.


Estar en esa situación es malo sobre todo para un ingeniero o un creativo, pues para crear o dar soluciones a problemas técnicos hay que tener la mente abierta a diferentes ideas y puntos de vista radicalmente distintos al nuestro. Un escritor no solo tiene que pasarse el día escribiendo, también haciendo el vago, yendo al cine o leyendo cosas. Lo que también vale para un ingeniero: hay que tener tiempo para pensar, y recibir otra información de fuentes que no sean las de todos los días. Si eres guionista debes ser capaz de ponerte en la piel de un fascista o terrorista aunque tales personajes te repugnen, porque si no te saldrán caricaturas de personaje que solo despertaran la indiferencia o el desprecio del espectador. No por el personaje, sino por tu trabajo. Lo cual es un flaco favor si lo que se pretende es crear conciencia o hacer pensar. En ingeniería es toparse con un escollo insalvable, al que no vas a verle solución si siempre vuelves a los arreglos de siempre.


Por eso en estos tiempos es imprescindible tener acceso a otros puntos de vista y otras ideas. Por eso es estúpido llenar Internet y la educación de barreras monetarias, derechos de autor mal entendidos y patentes exclusivas. Estos días, a raíz del cierre de Canal 9, se ha visto a muchos economistas de corbata y gomina andar por los debates alabando la desaparición de una tele pública, pues ellos no mantendrían algo que no fuese rentable y más en estos tiempos de crisis. Es algo que se oye mucho. Si escarbas un poco ves que tienen un concepto de riqueza que consiste solo en el beneficio económico monetario. Dicho en llano: dinero. Lo que te produce un escalofrío “¿qué coño están dando en las facultades de económicas?”, pues lo peor es que eso te lo dicen señores catedráticos y profesores de universidad.

Según ellos una tele pública que ofrezca contenidos minoritarios, como documentales de ciencia o arte, no debería existir porque esos contenidos los puede ofrecer el libre mercado. La vieja utopía de la mano invisible: dejad el campo libre a los emprendedores y todo se solucionara solo. Una utopía fracasada, pues vivimos en la distopia capitalista. El mercado libre no existe, pues somos humanos, y ante la libre competencia salvaje nos agrupamos para hacernos más fuertes y sobrevivir mejor. Formamos empresas cada vez más grandes y mafias corporativas que pactan precios, compran políticos para pasarse por el forro las leyes de la competencia, monopolizan patentes innovadoras, devoran a la pequeña empresa y machacan a los autónomos. El mundo está lleno de multinacionales con más poder que muchos estados, gobernadas por ejecutivos que no pagan impuestos y se creen por encima de las leyes. Ya no son hombres de negocios liberales, son aristócratas haciendo puntos para que dentro de un siglo o dos alguien les corte la cabeza. Oh, sí, tienen muchos beneficios, pero la riqueza humana no consiste solo en beneficios, sino en riqueza de puntos de vista, imprescindibles para cualquier tipo de creatividad y también para generar más riqueza económica. Una persona culta y de mente abierta va a generar más soluciones y va hacer a la gente vivir mejor. La distopia capitalista frena eso, y si avanza hacia algún lado es solo siguiendo el camino que le marca la aristocracia, y así ha sido el principio del fin de todos los grandes imperios.  Pues cuando los poderosos se apoltronan en la falta de ideas y cada innovación solo sirve para alimentar una y otra vez la misma burbuja, solo demuestran que ya están acabados y no queda más agua en el pozo.

Un estado que permita a un tipo en silla eléctrica formarse y poder trabajar en una gran producción de Holywood, o salir a la calle para que cierto equipo de rodaje lo conozca le hubiera ahorrado a George Lucas un montón de tiempo y dinero. Y lo mismo puede aplicarse a toda esa gente sin recursos para pagarse todo eso que ofrece el “libre mercado”

He dicho.         

No hay comentarios:

Publicar un comentario