viernes, 25 de octubre de 2013

La Historia no Contada de los Estados Unidos, de Oliver Stone


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La semana pasada concluyó en La 2 la emisión de la serie documental “La Historia no Contada de Estados Unidos”, escrita y dirigida por Oliver Stone, y presentada en España durante el pasado festival de San Sebastián. Estrenar una serie en primicia es una de esas cosas raras que hace La 2 en estos tiempos oscuros, aunque lo cierto es que ya se había estrenado en EEUU el año pasado. Después de rumiarlo un poco llega el momento de hacer una especie de reseña.


Aunque antes de empezar vale la pena recordar unos pequeños antecedentes personales.

En mis últimos años de sopor universitario, haciendo como si estudiara la carrera de Historia (que bonito), cogí una de aquellas asignaturas optativas: Historia (que bonito) de Estados Unidos. A lo largo de los seis pseudo-cursos anteriores me había ido interesando en el estudio de las relaciones sociales, y especialmente en los usos y costumbres del poder. La culpa es otra vez de Star Wars: los imperiales tenían los mejores muñecos, naves y maquinas, y bases limpias y ordenadas, no como esos zarrapastrosos rebeldes, oliendo a sudor en la selva y juntándose con Jedi harapientos. Uno acaba teniendo más simpatía por los malos porque siempre pierden, y siente un placer sádico cuando Lannisters, soviets o Imperiales hacen de las suyas. Pues bien, como estaba claro que éramos una provincia del Imperio, escoger esa asignatura resultó elección fácil. Lastimosamente no asistí a todas las clases y no recuerdo si llegué a examinarme, pero el poco tiempo que pasé aprendí algunas cosas interesantes. Una, que me sorprendió a medias, es que muchas cosas que salen en las películas del oeste no son solo americanadas, sino que ocurrieron realmente, así que en realidad el western es una especie de género histórico.

Otra cosa que estudie bastante durante la carrera fue la segunda guerra mundial, así que sobre el tema de la hegemonía yanqui sé unas poquitas cosas más de la media. Esto sucedía poco después de que Bill Clinton bombardease lo que quedaba de Yugoslavia. La diferencia es que en la realidad el imperio siempre gana con fuerza abrumadora que anula cualquier pretensión heroica. Uno no siente sádica revancha viendo el telediario.
 

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Sobre el documental, se nota que es una obra de su autor. A diferencia del estilo “Canal de Historia”, lleno de dramatizaciones cutres que aportan más bien poco -aparte de hacer de relleno para meter en una hora algo que se podría contar en 10 min.- en este caso se recurre únicamente a material documental original. Algo nada novedoso, cierto, pero que en este caso destaca por el brillante montaje, como cabría esperar viniendo de Oliver Stone. Siendo capaz de resumir cada idea en una fugaz sucesión de imágenes elegidas a conciencia, dando un eficaz apoyo al texto, narrado por el propio director, que también aparece brevemente presentando y despidiendo la serie, únicos momentos donde lo que vemos no sale de las filmotecas.

Viniendo de Oliver Stone también es de esperar que sea hipercrítico y mordaz con los Estados Unidos, su propio país. De hecho “La Razón” se apresuró a titular “Oliver Stone ataca otra vez a Estados Unidos” en su sucinta reseña sobre la serie. Pero es algo inevitable siendo del director de “Platoon”, “Nacido el 4 de julio”, “J.F.K.”, “Wall Street”, "Asesinos Natos", “Nixon” y “W.”, sin olvidar sus polémicos documentales con Fidel Castro y Hugo Chaves, sus fuertes opiniones políticas y de las otras (aunque hay que decir que sobre el detalle que critica del final de Breaking Bad tiene toda la razón). Todo para dar esa especie de giro extraño, con la superproducción Alexander y al hacer la película americana esperable sobre el 11-S. Esa ambigüedad en su etapa de la pasada década le granjeo cierto descredito tanto en sus seguidores como en sus detractores habituales. Pero como sucede con Michael Moore, el tema es que no deja de ser norteamericano, si es tan crítico con las políticas de su país es porque le pica. Es algo que no comprenden los que se hinchan el pecho y se llenan la boca hablando de anti-patriotismo: si alguien critica algo con pasión es porque le importa. Algo que tampoco entienden los furibundos anti-americanistas de por acá, cuando les descubren la vena sensible. Uno es de donde crece.
 

Cuando me puse a ver “La Historia no Contada…” lo hice con todo eso metido en la cabeza. “A ver qué conspiraciones escandalosas e idas de pinza nos cuenta este ahora” Sin embargo lo que me enganchó fue su rigor. Aparte de detalles menores, como dejar caer que Barcelona fue bombardeada durante en la guerra mundial o dar una imagen demasiado benévola de las acciones de Stalin durante los años 30, no muestra nada que no fuera verdad o que yo no hubiera estudiado en su día. En los luminosos años 90, cuando la imagen de EEUU bajo Clinton era mucho más positiva que tras la oscura era Bush. 
 
El mismo Oliver Stone se presenta a sí mismo como un historiador metido a cineasta. En realidad le pasa como a mí, ha estudiado el tema, ha aprendido tres cositas y luego empieza a delirar y montarse películas en su cabeza. Fue una de las razones por las que dejé la carrera. Es la mentalidad propia de una generación que ha invadido la universidad en masa, para luego dedicarse a otras cosas que tienen poco o nada que ver con lo que estudió. Una cosa es ser historiador, leer las fuentes originales, pasarse la vida buceando en papeles que huelen a viejo, mancharse las manos de polvo, y otra que ya solo te guste la historia… Al menos ser director de cine o guionista tiene un punto en común con el historiador: ambos cuentan historias.    


El problema de “La Historia no Contada…” es que realmente no cuenta nada nuevo o que no se supiera, no desvela secretos, solo añade algunos datos aportados por la historiografía de los últimos diez o quince años, -los pasados desde que deje la facultad- y poco más. En realidad la serie tiene un título engañoso, pues no trata de descubrir cosas que no sepamos, o que no se sepan fuera de EEUU, o en el ámbito académico o entre los frikis de los docus. Debería haberse titulado “La Historia Horrible de los Estados Unidos”, pues de lo que trata en verdad es de mostrar los errores de la política norteamericana desde la segunda guerra mundial, pero no a nosotros, sino al público americano, que mayormente se cree sus propias películas. Desde ese punto de vista sí que es la historia “no contada”. En un principio se iba a titular “La Historia oculta…” Pero no muestra nada oculto, solo un punto de vista distinto al habitual cruzando el charco por el norte. Desmontar mitos bien enraizados, por ejemplo mostrando el verdadero papel de la URSS en la victoria sobre Hitler. Pues la verdadera guerra total se libró en el frente oriental, donde el ejército alemán fue destruido y murieron 20 millones de rusos, mientras que gracias a Hollywood todos hemos llegado a creer que la gran batalla decisiva fue Normandía. Sin olvidar las verdaderas razones del bombardeo nuclear de Japón: demostrarle a los rusos quien era el más fuerte y evitar que desembarcaran en las islas. O recordar como todos aún pensamos que lo de Vietnam fue una derrota americana, cuando el principal perdedor fue Vietnam, que quedó hecho unos zorros.

Así, sin dejar títere con cabeza (o casi, como pongo mas abajo), hasta llegar a Barack Obama, que tampoco se libra. Revelando el dato que Obama ahora mismo tiene activas más flotas navales que incluso durante la guerra fría. Siempre me ha llamado la atención que tantos países tengan bases de una potencia extranjera en su territorio, y que eso sea visto como algo normal... El momento más acojonante de la serie es cuando ya al final te muestra el mapa de la extensión real del imperio yanqui, con todas sus bases, flotas, estados satélites y redes de comunicación, por tierra, mar, aire y espacio. El mayor de la historia, que extiende sus tentáculos azules alrededor de todo el globo.

Hay que ver lo que hace el uso del color para ver bien las cosas O_o (a partir del min. 44:00)




 

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Aunque parezca increíble en Estados Unidos existía una izquierda bastante parecida a la que conocemos en Europa. Ese país se construyó con inmigrantes, muchos pertenecientes a las clases bajas y obreras, que cruzaban el charco en busca de una vida mejor, y como tantas otras cosas importadas desde Europa, también se llevaron el socialismo. Norte-américa no solo era la tierra de las oportunidades desde el punto de vista del libre mercado, sino también por ser la de poner en práctica utopías. Empezando por las religiosas de los radicales puritanos, que llegaron allí desde Inglaterra, pero más tarde también anarquistas libertarios, experimentos sociales, comunidades alternativas, incluso naciones indias con constituciones propias… Sin olvidar su propio estilo de izquierda, que empezó con la independencia, pasando la época del “New Deal” de Roosevelt, -que se podría considerar socialdemócrata- hasta llegar a la lucha por los derechos civiles, los hippies, la antiglobalización, la oposición a las guerras de Bush, etc. Oliver Stone es un buen representante de esa izquierda, y por eso su documental resulta confuso e incompleto.

El error esta en empezar la historia del imperialismo yanqui en la guerra mundial, de forma que Franklin D. Roosevelt y su vicepresidente Henry Wallace aparezcan como una especie de ejemplos de lo correcto, de esa américa que pudo ser y no fue. Como cuando aquí en España miramos la historia y vemos las ocasiones perdidas en que pudimos ser diferentes a cómo somos. La constitución de 1812, la dos repúblicas… Sin embargo, como por aquí sabemos muy bien, el imperialismo yanqui comenzó mucho antes de la segunda guerra mundial, y de la primera. Por poner una fecha, concretamente 1898, o incluso antes. A Oliver Stone lo pierde su idealismo hippie. Su alegato final resulta sonrojante, recetando paz y amor para derrotar al demoniaco complejo militar-industrial... Si realmente cree que “femineizar” sociedad va arreglar el problema es que no conoce a Ángela Merkel… o no escucha a todas esas mujeres maltratadas que alguna vez creyeron que él iba a cambiar por amor.

La confusión es fruto de ese retrato incompleto, que pese a sus intentos por ser ecuánime no deja de tener su punto maniqueo. Pues como toda película tiene sus héroes buenos y ogros  malos, ciegos y equivocados. El detalle donde más se nota esto es en un tema fundamental. ¿Acaso no es un error de EEUU su apoyo incondicional al estado de Israel? Por alguna razón esto no aparece. ¿Sera que Oliver Stone no ha querido meterse en un berenjenal con potenciales acusaciones de antisemitismo? ¿O será que estaba más interesado en mostrar la vinculación de magnates, corporaciones y banqueros con los nazis para lograr un buen golpe de efecto? ¿O simplemente por no hacer la serie demasiado larga? El mismo reconoce que no lo cuenta todo, por algo de titula "de Oliver Stone", es ante todo un ensayo documentado, no oculta su punto de vista subjetivo y personal. Así se  centra sobretodo en el enfrentamiento con los comunistas… como si la situación de oriente medio no fuese parte de la guerra fría, o un motivo directo de la situación actual con el Islam. Eso unido al estilizado montaje, y los saltos atrás y adelante, hacen la serie complicada de entender a ratos. Siendo un ejemplo más de su estilo de hacer cine: yo deje de seguirlo después de “Nixon” por las mismas razones. Intenta ser tan impactante que te pierdes y se te pone dolor de cabeza, y eso en un documental que quiere ser didáctico, es malo. Difumina un mensaje que debería ser claro y comprensible.

Se critica el descredito de las ideologías, y la falta de definición de algunos de nuestros políticos más bonitos y nuevos. Se dice que ahora las ideologías son más necesarias que nunca, pues toca decir las cosas claras y conocer los intereses de cada cual. Todo muy bien, pero luego acabamos con la vieja historia “si no te defines claramente es que sirves a la derecha” Algo que no deja de ser otra forma de decir “o estás conmigo o estas contra mi” Dime de lo que presumes y te diré en que te pareces al enemigo… En un paisaje político tan encasillado como el nuestro, donde al final todo se resume en ser franquista o de la ETA, parece que no queda otra que tratar de escapar del discurso bipolar de la izquierda y la derecha si quieres proponer algo nuevo. Así lo hizo el 15-M, y partidos como Ciudadanos o UPyD, a pesar de tener todos idearios bien definidos. Pues se identifica política e ideología con esa vieja estructura anquilosada. El discurso maniqueo solo consigue ocultar la realidad, y sin una vista completa de lo que ocurre difícilmente se pueden hacer planes de futuro en una época donde las viejas ideologías del siglo XX cada vez sirven para explicar menos cosas. En España oculta la terrible realidad de que estamos gobernados por la misma oligarquía de mediocres desde el siglo de oro, y en el caso de “La Historia no Contada…”, es que la historia completa de EEUU, sin las anteojeras de los malos y buenos, es aún peor de como la cuenta Oliver Stone. Por eso he decidido hacer mi propia versión en este blog… En próximos días “La Completa Historia Horrible de los EEUU”